jueves, 17 de marzo de 2011

Brisa y Tifón contra el veneno en Picos de Europa

 
La labradora «Brisa» y el pastor belga «Tifón», con tan sólo 13 meses de edad, ya tienen muy claro su cometido: proteger los montes asturianos para que estén libres de venenos que puedan afectar la fauna salvaje. Los dos perros pertenecen a la nueva Unidad Canina Antiveneno, presentada ayer en Següencu, en Cangas de Onís. Los canes se entrenan durante seis horas al día para rastrear junto a sus guías amplias zonas de monte. Para ellos es un juego: si con su extraordinario olfato localizan veneno, obtienen como recompensa una pelota.

«Brisa» y «Tifón» fueron capaces de localizar en varios entrenamientos cebos con venenos mortíferos, en el puerto del Palo, en Pola de Allande; en el valle de Angón, en Amieva, y en el parque de Redes, en Caso. A diferencia de las unidades caninas de otras comunidades, ésta está formada por guías-formadores, lo que favorece el entendimiento entre los perros y sus cuidadores, aseguraba en la mañana de ayer una de las guías de la unidad, Enar García. Desde que nacieron, «Brisa» y «Tifón» son adiestrados por Enar García y Wenceslao Fernández y supervisados por el jefe de sección de Caza, Jaime Marcos, como si de una familia se tratase. Ayer mostraron el resultado del entrenamiento a la viceconsejera Belén Fernández y al director general José Félix García Gaona. El trabajo de los canes consiste en rastrear zonas en busca de veneno, ya sea por un aviso de los servicios del Principado, por un particular o simplemente como prevención. La prevención es «muy importante» para las especies salvajes, tanto para su conservación como para garantizar su recuperación. Además, se estima que la aparición de los perros por diferentes lugares de la geografía asturiana tendrá un carácter disuasorio para posibles envenenadores.

Si aparecen animales muertos de forma sospechosa se rastrea la zona con estos perros para buscar posibles focos de veneno o el animal que empezó la cadena.

Tanto Enar García como Wenceslao Fernández son conscientes de que los venenos que se utilizan en Asturias, como la estricnina, son mortales de necesidad, en menos de una hora, si el perro llega a tener contacto con él, lo que les lleva a extremar las precauciones a la hora de la formación de estos canes. La vida de los perros está en una constante vigilia. Un perro adiestrado para buscar veneno costaría en el mercado unos 12.000 euros, aunque «Brisa» y «Tifón», para sus guías, no tienen precio.

La formación de «Brisa» y «Tifón» es continua. Cuando tengan 18 meses de edad alcanzarán su mejor forma. Aún tienen que aprender a reconocer muchos venenos que se comercializan ilegalmente y se utilizan en los montes. Venenos que con tan sólo un gramo puesto en un «bocado» (denominación de cebo de carne envenenada) podría devastar la fauna salvaje de todo un valle.

La Unidad Canina Antiveneno, un auténtico equipo, toma toda clase de medidas preventivas para que ni los perros ni las personas estén nunca en contacto con los venenos. En la mañana de ayer se pudo contemplar la eficacia del rastreo. Por pequeña que sea a cantidad de cebo que se utilice, «Brisa» y «Tifón» son capaces de localizarlo en un espacio muy breve de tiempo.

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