jueves, 23 de agosto de 2012

Mi querida osa Tola.

 
Fué en 1989 cuando las oseznas Paca y Tola se hicieron famosas cuando un cazador furtivo mató a su madre en la zona asturiana de Tineo, fueron entregadas a los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), siendo el comienzo de una vida en cautividad, pero con cuidados humanos y criadas a base de biberones.
 
 
Hoy nuestra querida Tola asi como su hermana se han convertido en unas tiernas abuelas, y empiezan a tener los síntomas de la tecera edad.
 
 
«Es un animal geriátrico. Hoy tiene el problema de la cojera y mañana tendrá otra cosa. Es como un abuelo que anda con una cachava. Lo bueno es que aún está entre nosotros». Así se expresaba ayer Santiago Borragán, veterinario especialista en osos del Parque de la Naturaleza de Cabárceno, después de hacerle una completa revisión a Tola, una de las osas del cercado de Santo Adriano y que desde hace un mes venía arrastrando una ostensible cojera en su pata derecha.
Es pronto para saber lo que tiene el animal. Un equipo de veterinarios, apoyados por la especialista gijonesa Coral Mateo, durmieron a Tola durante hora y media para hacerle radiografías y ecografías. Se aprovechó para valorar el estado de su aparato genital y se le extrajeron muestras de sangre para analizar distintos perfiles. «Podremos saber si tiene problemas de riñón o hígado, pero pensamos que no», indicó Borregán.
 
Lo cierto es que en las radiografías no han visto nada que no esté acorde con la edad de Tola. Tiene 22 años y, según este experto, «lo que hemos visto no justifica lo que le pasa». No se han detectado problemas articulares ni óseos serios, aunque puede haber «un pinzamiento en un nervio lumbar».
En el análisis también intervino el quiropráctico Diego Mas, quien valoró la posición de las vértebras de Tola y comprobó que una cervical estaba desituada, al tiempo que la cadera no estaba en la posición adecuada. «Mediante masajes y distintos movimientos se las colocó y cuando el animal se levante tras la sedación veremos si el tratamiento ha sido suficiente o sigue la lesión nerviosa», explicó Borregán.
 
 
Hace un mes los cuidadores de los tres osos del cercado de Santo Adriano observaron que Tola arrastraba una de sus patas. No era una cojera excesiva, pues sólo le causaba el desgaste de las uñas, no afectando al metatarso. El tiempo pasaba y la situación no mejoraba. Por eso, los responsables de la Fundación Oso Pardo y del Fapas decidieron solicitar la ayuda de los especialistas de Cabárceno. Santiago Borregán está de acuerdo con esa decisión, porque «el problema conviene mirarlo».
El por qué de la cojera es un misterio. No parece que tenga su origen en un posible encuentro amoroso con Furaco, llegado de Cabárceno en abril de 2008 para tratar de que Paca y Tola fueran madres, sin éxito. Santiago Borragán cree que se debe, más bien, a «la edad o a un movimiento brusco en el recinto. Pensamos que es por un problema casual. Es como con las personas, que un movimiento determinado a un joven no le afecta, pero alguien un poco mayor ya queda tocado».
Los especialista esperan tener hoy los resultados de los análisis y, a partir de entonces, se decidirá por el tratamiento más adecuado para que Tola se recupere.
 
 
Durante el tiempo que duró la atención al animal, en el recinto de Santo Adriano, Furaco y Paca permanecieron aislados en sus cercados. El macho, ajeno a lo que ocurría, se afanaba en excavar un gran hoyo en una zona de sombra del recinto, sin duda, para soportar mejor el intenso calor del día.
 
Por contra, Paca mostraba una actitud nerviosa, no paraba quieta y 'bufaba' constantemente. Los cuidadores lo tenían claro: «Echa de menos a Tola. Está nerviosa porque no sabe dónde está su hermana», apuntaban, al tiempo que trataban de tranquilizar al animal desde el otro lado de la cerca. En la senda del oso, muy animada en la mañana de ayer, los excursionistas no perdían ojo de los movimientos de los animales.
 
Paca y Tola

Tola
 

2 comentarios:

  1. En la época en que fueron capturadas era imposible volverlas a poner en la naturaleza, su madre la había matado un furtivo y no quedó otra opción (tal vez también interesada) que dejarlas en cautividad, para que mucha gente se acercará y conociera a ese maravilloso animal que diariamente recorre nuestros bosques y que mucha gente odiaba. Me da pena verlas así recordando aquellos años de cachorros, el tiempo pasa... un saludo.

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  2. Desgraciadamente lo único positivo que se puede sacar de esto, es que se convirtieron en el emblema contra el furtivismo, gracias al ver a estas crías sin madre mucha gente comprendió que hay furtivismo y estos son los resultados de esa maldita gente

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