La ley no entiende de sentimentalismos. El empresario astur-colombiano Manuel del Dago compró la herencia de sus hermanos, unas cuantas cabañas en Coraín, Covaraña y Vegarredonda -en los Picos de Europa- en las que había trabajado de niño y adolescente como pastor, y decidió arreglarlas y darles nueva vida, después de que llevasen varias décadas abandonadas. En Covaraña arregló no sólo una cabaña, sino una cuadra y dos pequeños anexos. Les puso suelo de piedra, escaleras, fregadero, baño, camas, lámparas..., hasta habilitó una bodega. El conjunto es conocido ya como «el chaletón de Covaraña», según afirmó ayer uno de los guardas del parque nacional en el juicio celebrado por esta construcción. Según el fiscal, el empresario, residente en Miami, se saltó a la torera la obligación de no cambiar el uso de la cabaña, que debía mantenerse para fines agropecuarios, motivo por el cual le pide año y medio de cárcel.
El empresario, que se sentó ayer en el banquillo del Juzgado de lo penal número 1 de Oviedo junto al albañil que hizo las obras, sostiene que sólo quiso dejar en buen estado las cabañas y que no buscaba en absoluto habilitar apartamentos de turismo rural, tal como dejó caer el fiscal de Medio Ambiente, Joaquín de la Riva, quien remarcó que la compra de las cabañas la hizo una sociedad participada por Del Dago y sus hijos, entre cuyos fines están los turísticos.
Del Dago, defendido por el letrado gijonés Antonio Parga Gamallo, intentó primero convencer al juez de que había dejado la cabaña tal cual. Tuvo que reconocer, sin embargo, que la «milana» para meter la hierba seca en la tenada había sido reconvertida en ventana, que ya no había pesebres en la cuadra, que había instalado una cocina y un baño. «En esta cabaña, en la época en la que yo viví en ella, siempre hubo una pila y un baño», sostuvo el empresario.
Luego intentó una salida por el lado de los agravios comparativos. «Desde hace cincuenta años, el uso de las cabañas es privado. La mayoría ya no tiene ganado, son de abogados, ingenieros, no hay pastores», dijo. El albañil que hizo los trabajos y que se enfrenta también a un año y medio de cárcel mantuvo la misma versión. «Nadie lleva hierba ya a las cabañas», aseguró.
El director del parque de los Picos de Europa, Rodrigo Suárez, y los guardas indicaron que existen cabañas con usos privados, pero éstos se concedieron antes de que la legislación se volviese más restrictiva, en los años ochenta, de forma que a partir de esa época ya no se permitieron otros usos que no fuesen agropecuarios. Suárez aseguró que «no existe ningún conflicto sobre un supuesto derecho de pernada de la dirección del parque para conceder unos usos u otros».
Lo leí hoy en la nueva y flipe, como se puede tener eso en un parque nacional, bueno entiendo que es por sentimentalismo, pero se ha pasado un mucho... ¿no?, saludos.
ResponderEliminarPor lo que he podido ver durante años, también se da en muchas zonas de Picos, un ejemplo en Amieva, en la majada de Ceremal, hay dos cabañas reformadas, donde la estructura no respeta la normativa que impone el Parque, pero parece que la ley, existe para unos y para otros no, y algunos guardas hacen la vista gorda, y si seguimos la pirámide, tampoco hacen nada. Es una pena, que teniendo un paisaje como tenemos no lo cuiden
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