viernes, 3 de junio de 2011

Ya suben los pastores a las majadas


La reciella sigue en el valle. Ayer se abrían los pastizales del puerto de Covadonga a la reciella (ganado menor), pero ningún ganadero subió a sus animales. Aparte del tremendo bajón que ha registrado el número de reses de ganado menor en la zona en los últimos años, las lluvias de los últimos días desaconsejaban llevar tan pronto a «lo menudu». Cabras, ovejas, cerdos y gallinas empezarán a subir a los pastos de verano a lo largo del próximo fin de semana.

Pese a la lluvia, la niebla y la confortabilidad de la casa en el valle, la ganadera canguesa Covadonga Fernández Alonso sabe que llega la hora de subir «al puertu». Son éstos, días de ajetreo, de últimos preparativos para la subida del ganado menor. Covadonga y su marido, Manuel Valle Blanco, permanecerán durante todo el verano en la montaña, junto a su ganado, a la antigua usanza. Allí, al margen de cuidar a sus animales, ambos fabricarán uno de los quesos más caros del mundo, el gamonéu del puertu.

El inicio de la temporada de pastos para el ganado menor, lo que los pastores llaman «la reciella», se quedó en nada. Apenas 800 animales -370 de ganado lanar y 419 de ganado caprino-, frente a los 1.049 de la pasada campaña de 2010 y a los varios miles de hace un decenio, subirán este año a los pastizales de verano, que compartirán con 132 yeguas con 37 crías y el ganado vacuno, que ya subió el pasado mes de abril. La reciella desaparece, aseguran los pastores. Las lluvias de los últimos días han obligado a retrasar la subida de la reciella. Así, las crías más jóvenes tendrán más tiempo para adaptarse o para «sitiarlas», como dicen los lugareños.

Covadonga y Manuel subirán con 60 ovejas, 70 cabras, 4 vacas lecheras, varios cerdos, un «retén» de gallinas ponedoras, las viandas y la ropa. Ya en el puerto, echarán un vistazo a las 40 vacas que ya subieron a los pastizales en abril. Después, acondicionarán la cabaña, en donde dormirán hasta el otoño.


Este año tan sólo son cuatro los queseros que subirán al puerto a pasar el verano junto a sus familias. Elaboran alrededor de 10 kilogramos al día de queso en las majadas de Fana y Gumartini, en Cangas de Onís, y Belbín, en Onís. No hace muchos años, recuerdan los más viejos, eran más de un centenar de familias las que subían con todo su ganado a pasar la temporada estival en el puerto. Eso sí, en peores condiciones que ahora.

La familia Valle Fernández es un ejemplo claro de cultura y tradición del puerto. Covadonga subía ya con sus padres a la majada y más tarde subió ella con sus hijos, incluso cuando eran muy pequeños, en unas condiciones que hoy echarían para atrás hasta al más atrevido. No había luz, ni cocina, ni agua corriente y tenía que calentar al fuego el agua para poder bañar a los pequeños en un balde, recordaba. Hoy ya tienen agua corriente, luz de placas solares e incluso cocina de gas.

Pese a todo, Covadonga no cambiaría esta vida por nada: se siente muy feliz todos los días, pese al duro trabajo, cuando se detiene y mira desde El Pellín, un paraje desde donde se divisan todos los valles, hasta el mar. Covadonga lo tiene claro: «Más guapo no lo hay».

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