martes, 30 de noviembre de 2010

La mariposa del invierno.

En pleno corazón del otoño, en fechas que normalmente ya consideramos como invierno, no es desde luego la época mas adecuada para encontrar una mariposa en un bosque de árboles.
Sería mas lógico en la primavera o en el verano, cuando la mayoría de las especies están en plena actividad. Pero no es menos cierto que de hacerlo asi habría alguna especie cuya existencia nos pasaría totalmente desapercibida. Nunca llegaríamos a conocer en todos sus detalles del ciclo de un pequeño pero eficiente devorador de las hojas de roble. No es que se trate de una especie muy llamativa, pero si en el punto de la silvicultura.

El interés de la mariposa del invierno (Operophtera brumata) radica en que vuela en el bosque cuando todos los demás insectos parecen estar ausentes. Y tomando este hecho como punto de partida, también puede sernos útil para poner de manifiesto la estrecha interdependencia entre el suelo, las plantas y los animales, pues la Operophtera, al igual que otros muchos insectos forestales, desarrolla parte de su ciclo sobre las copas de los árboles, parte sobre el tronco y parte en el suelo.

A la caída de la tarde en un dia a finales de noviembre o incluso diciembre, una pequeña mariposa, muy poco atractiva según los patrones clásico- ya que no tiene alas llamativas- sale del interior de la tierra y avanza entre la hojarasca en dirección al rugoso tronco del roble, bajo cuya sombra estaba enterrada. Es la hembra de la mariposa del invierno, que acaba de abandonar el capullo en que se ha transformado de oruga en adulto, y se dispone a iniciar un nuevo ciclo.

A poca altura del suelo, posados sobre el tronco, están los machos que provistos de alas, han volado hasta allí al atardecer desde la alfombra de hojarasca que cubre el suelo del bosque y en la que permanecieron posados durante el día.

Tras la cópula, la hembra prosigue su escalada, y sólo cuando se encuentra en la parte superior del árbol empieza a depositar huevos en las grietas de la corteza y entre los líquenes que cubren las ramas.

Los delicados huevos permanecen en su precario refugio durante el invierno, hasta a primavera siguiente cuando, coincidiendo con el rebrote de las yemas del árbol, se produce la eclosión. Las recién nacidas larvas se alimentan durante mes y medio de las hojas que retoñan, y entonces se dejan caer al suelo, se entierran y entran en la fase de pupa o crisálida, de la que emergerán como adultos ya bien entrado el otoño.

Pero la vida de la Operophtera no es tan plácida como puede reflejar esta descripción de abundante comida en primavera y larga siesta estival, llegan al estado adulto al final del verano.

Pupas de mariposa



Entre los causantes de tal mortandad destacan los parásitos, el primero de los cuales ataca a las larvas mientras están en el árbol, y el segundo actúa sobre las pupas en el suelo. El causante de la mortalidad larvaria es una pequeña mosca que alcanza el estado adulto en la época en que están naciendo las Operophtera y cuyas hembras pasan un par de semanas chupando jugos vegetales mientras en su útero maduran un par de millares de diminutos huevos de color negro.


Cuando estos huevecillos se encuentran próximos a eclosionar, el díptero los deposita en las hojas donde comen las orugas, con la esperanza de que alguno vaya a parar intacto a su tubo digestivo, donde eclosionará poco después y dará comienzo a la implacable tarea de devorar desde el interior a la larva que lo alberga.




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